Buenos días mis reinas, hoy os voy a hablar de algo que también he vivido en carne propia (como casi todo sobre lo que escribo porque si no has vivido algo por tí misma es muy difícil que puedas escribir sobre ello, convencer, o aconsejar.)
La gran mayoría por estos lugares somos chicas, mujeres, mas jóvenes o más mayores, vete tú a saber, un día de estos tengo que hacer una encuesta para asegurarme de que clase de lectoras tengo, y así poder adaptarme a lo que necesitan escuchar. Pero hasta entonces hablemos de problemas universales, uno de ellos, uno de los más complicados por cierto es sin duda LA CONVIVENCIA.
Cuando comienzas una relación todo son besos, caricias, amor de ese «pasteloso» y con mucho azúcar, muchas ganas de verse, mensajes por el teléfono cuando no estáis juntos, citas programadas, horas de maquillaje frente a un espejo, tus mejores vestidos, tus mejores tacones y las mejores atenciones.
Pero lo bueno no puede durar siempre, es una lástima, si, pero es lo que hay. De repente llegas a un punto en la relación donde no es suficiente con ver a esa persona unas horas al día, empezáis a dormir juntos (en casa del uno o del otro) de vez en cuando, y para cuando te quieres dar cuenta, estas viviendo con la otra persona. ¿Por qué te das cuenta? Porque los defectos empiezan a verse, te das cuenta de que el príncipe azul tiene más de marrón que de azul (como todos por cierto) y te desencantas, y con cada detalle que no te gusta empiezan los gritos. ¿Dejas las luces encendidas? Pues te grito, a ver si te has pensado que soy accionista en Iberdrola, ¿Que acabas con el agua caliente? Pues te grito a ver si te has pensado que soy inmune al frió. ¿Que no colaboras en casa? ¿Pues qué? Te grito de nuevo, porque no soy tu esclava y porque además me he acostumbrado a gritar.
Por propia experiencia os diré, que el primer año de convivencia es una pesadilla en tu propia casa, y eso pasa con el 90% de las parejas, mi madre siempre decía cuando se juntan los cepillos de dientes, ¡comienzan los problemas! Que razón tenia la mujer.
Y es que hasta que ves a tu pareja 24 horas a al día, los ronquidos te parecen música celestial, los defectos adorables, y sus pequeñas manías, cosas que le dan personalidad, después, en la convivencia de 24h diarias la cosa cambia.
Los ronquidos no te dejan dormir, las manías son estúpidas y te dificultan la vida y los defectos no le dan personalidad, lo hacen ver gilipollas, y te sientes mal, mala, como si no pudieras hacer lo que todas hacen, convivir y ser feliz ¿Qué es lo que te pasa para no poder aceptar a tu pareja tal y como es? Pues lo que te pasa, es lo que nos pasa a todas en un comienzo, y que no te engañen, no se libra ni una, no estas adaptada a tu pareja, la quieres pero aun no sois 100% compatibles, y compartirlo todo cuando se es muy diferente, hasta que se empieza a aceptar con todas las consecuencias, puede ser una pesadilla.
Aun así, y aunque las horrorosas peleas del primer año, son casi, inadmisibles, es posible sobrevivir, la mayoría de las parejas lo hacen al menos, solo hay que poner mucho de nuestra parte (por ambos lados) para adaptarnos, saber dar, y no exigir para que nos den, mantener nuestro espacio de independencia, y dárselo también a la otra persona.
No soy un gurú en estos temas, a veces, creo que soy incluso la que menos tiene que hablar, porque en mi caso, el primer año de convivencia esta siendo una pesadilla de las malas, de esas en las que te levantas con sudor frío, pero se que es lo normal, se que todas pasamos por lo mismo.
No es igual vivir con tu familia, que convive contigo desde siempre, o tu sola (uf bendita la época) en la que solo te aguantas tu y punto, que tener que hacerlo con alguien, que nos guste o no es casi un completo desconocido, porque sabemos como besa, como acaricia, como habla, pero no como limpia, como cocina, o como se las apaña en casa, que es lo importante para la convivencia.
Es como buscar un compañero de piso, con quien comparte además cama, sentimientos, y a quien tienes la confianza de gritar, un caos.
Pero luego, poco a poco, todo se va calmando, las aguas del rió, con esfuerzo vuelven a su cauce. No digo que lo vayan a hacer solas, solo que nosotros, a través de pequeños cambios, las podemos ir metiendo en vereda.
Apagando las luces cuando toca, colaborando en casa, no abandonado a la pareja, solo por la seguridad de que va a estar en casa al volver, y teniendo cuidado, aprendiendo de los detalles, de las discusiones, pero haciéndolo, siempre, por ambas partes.
Al final como todo en esta vida, no hay forma de hacer una guía, sobre como solucionar los problemas de convivencia, hay consejos que hay que seguir, pero que son muy difíciles, supongo que es otra prueba más que nos pone la vida. ¿No?
RESPETO, por la otra persona, pero respeto siempre no solo cuando se discute, pensar en sus necesidades, no solo en las tuyas, llegar a un punto donde ambos estáis a gusto.
Discutir cuando algo moleste, mencionarlo, hablar sobre ello, debatirlo, no os lo dejéis guardado, porque luego todo sale, y créeme cuanto más acumules va a ser mucho peor, comprar un buen sofá cama, o tener una buena habitación de invitados, porque es posible que durante el primer año, sea muy usada por alguno de los dos.
Y por ultimo lo más importante:
Mucha paciencia, paciencia no fuerza, porque hay veces que entran ganas de matar y no es sano. Y mucha suerte!
Ser felices mis niñas (o intentarlo).