El mundo tiene una clara división los que tienen problemas para ir al baño tranquilos y los que no. Las primeras personas, son personas envidiadas, viven tranquilas, han asumido que es algo natural e incluso bromean al respecto. Son los que gritan «voy a plantar» o los que tras la comida eligen la mejor lectura posible, la colocan bajo el brazo y se dirigen a los aseos, tan felices de sus vidas sin problemas.
Mientras en la otra punta de la oficina hay un grupo de personas que sufren ante la posibilidad de que les llegue el momento de ir al aseo. Son personas que sufren, que aguantan como sea con tal de no tener que salir de su zona de confort.
Tenemos que asumir esto como algo natural, más que nada porque pasamos muchas horas en la oficina así que es mejor no pertenecer al segundo grupo.
¿Por qué?
Si eres del grupo que no se preocupa, pensarás que este articulo es una tontería y muy exagerada, pero lo cierto es que hay personas que les parece un mundo, generalmente son mujeres, aunque hay un grupo de hombres que también padecen este mal del baño.
¿Pero cuál es la causa? Diferentes razones explican por qué nos resulta una tarea tan compleja:
- Lo primero es que no lo asumimos como algo natural, y hay cierto tabú a la hora de ir al baño. No decimos cagar, hablamos de ir al baño. Esta palabrería le resta naturalidad. «Para asumirla deberíamos hablar abiertamente, de hecho las personas que menos problemas tienen para hacer caca en sitios públicos sí lo hacen»
- Tenemos en la cabeza que se trata de algo sucio, pensamos: «algo que huele mal y que puede dar lugar a que los demás se rían de nosotros porque nos puedan ver o notar algo que nos avergüenza y eso hace que nos sintamos incómodos, y ridículos»
- Desde pequeños nos lo hicieron ver como un tema tabú y así se ha quedado, Hemos interiorizado frases tipo «eso no se hace en público», «eso se hace en el baño», «se dice hacer popó»
- Somos culpables de nuestra vergüenza, y aunque pensemos es una tontería, nuestra cabeza puede ser muy traicionera.
- Cuestión cultural. Que las mujeres sean más propensas a este problema no se debe a que seamos más estreñidas que los hombres, si no también algo cultural. Los hombres están acostumbrados a ir naturalmente con otros hombres a orinar, las chicas vamos entre amigas y conocidas.
¿Hay solución?
Aguantar toda una jornada laboral sin ir al baño puede ser la mayor tortura mundial. Cada persona tiene sus trucos, están los que van a otra planta, a un baño de un comercio o aprovecha una reunión del jefe. La clave es aprender a relajarte y no evitar entrar al baño, es algo normal, aunque la gente te mire, eso es al principio y generalmente le damos más importancia de la que debemos.
No es una situación tan grave y a poco que se intente se puede controlar. El miedo al ridículo desaparecerá en cuanto sea superado por la satisfacción de haber conseguido el éxito.