La adicción sexual  incluye un conjunto de condiciones psicopatológicas que se caracteriza por pensamientos intrusivos y fantasías sexuales asociadas a la pérdida de control de la conducta sexual.

La adicción sexual cae en la categoría de “adicciones sin drogas”, es decir, comportamientos patológicos que implican actividades aparentemente inocuas, como la comida, los juegos de azar , el trabajo y la sexualidad.

El concepto de adicción sexual se confunde a veces con la agradable e intensa sexualidad que goza la población general. Algunas personas viven excesos sexuales, pero son capaces de controlarlos, los adictos al sexo, por el contrario, han perdido el control sobre su capacidad para decir no y para elegir. Su comportamiento sexual es parte de un ciclo de pensamientos, sentimientos y acciones que ya no se pueden controlar. A pesar de las graves consecuencias de sus actos, estos individuos son incapaces de detener su comportamiento autodestructivo.

El sexo se convierte en una necesidad primaria por la cual todo lo demás puede ser sacrificado, incluyendo la salud, la familia, amigos y trabajo. Los comportamientos que los adictos al sexo son variadas y pueden incluir: promiscuidad sexual, relaciones sexuales con prostitutas, las fantasías sexuales continuas, masturbación compulsiva, exhibicionismo, voyeurismo, prácticas sadomasoquistas, etc,…

Como consecuencia de esta enfermedad, la persona puede traer consecuencias a varios niveles: físico, económico, emocional, cognitivo y social. Físicamente, la persona puede desarrollar disfunción sexual tradicional (eyaculación precoz o tardía, trastorno del deseo sexual, etc.), enfermedades venéreas o problemas tales como úlceras, presión arterial alta, el agotamiento nervioso y trastornos del sueño . En el plano económico, la adicción sexual puede implicar costos, como la prostitución, la pornografía, las herramientas sexuales, la telefonía erótica, costos legales como consecuencia de delitos sexuales o de divorcio, por no mencionar también las pérdidas en el lugar de trabajo. Ésta también tiene un profundo impacto en la vida emocional de la persona (como el caso puede experimentar un aumento de la ansiedad, culpa, vergüenza, depresión y agresión) y puede tener efectos profundos en los procesos mentales (la intrusión de pensamientos y fantasías no deseados puede evitar que la persona que trabaja y se centran en ocupación normal). Además, un buen porcentaje de adictos al sexo se deteriora sus relaciones emocionales y relacionales y plantea un grave problema de relación.

Para aquellos que sufren de adicción sexual se ha demostrado la eficacia de los programas de tratamiento integrados que incluyen la terapia de grupo, psicoterapia individual y farmacológica. La terapia de grupo son útiles para aliviar el sentimiento de culpa, el secreto, también proporcionan un apoyo sustancial para la motivación para alcanzar los objetivos terapéuticos.

La psicoterapia de orientación cognitivo-conductual sigue siendo la intervención más estructurada y, actualmente, el que ofrece el mayor potencial para el tratamiento de la adicción sexual. El tratamiento psicofarmacológico, en algunos casos, puede ser útil asociada con intervenciones psicoterapéutica.

En Liruch nos gusta disfrutar del sexo, no que este sea un problema.