Estimada amante, te escribo para preguntarte cómo conseguiste que mi marido cayera en la tentación.
Él, tan frustrado por su edad avanzada, que empezó a vestirse como los jóvenes de modo inconsciente al no darse cuenta del ridículo que hacía vestido así para su edad. Después de estas reflexiones también me pregunto cómo te las arreglaste para caer con un tipo como él.
Se enamoró de mí hace treinta años, cuando los dos éramos jóvenes y carentes de experiencia, cuando su cuerpo era apuesto y vigoroso, su mente brillante y lleno de iniciativas. Pasábamos las noches entre hablándonos y amándonos a pesar de que al día siguiente la alarma sonara pronto. Querida amante de mi marido, parece que estás tan enamorada de un hombre de sesenta años, lleno de complejos y dolencias, perpetuamente cansado, deseando sólo querer sentirse más joven e inmortal, un hombre con una calvicie avanzada, culo encogido y arrugas en la cara.
¿Lo quieres para sexo? Creo que no, porque ahora su norma se ha reducido debido a un montón de problemas y una fisiología que sólo los hombres de cierta edad saben.
¿Tal vez lo quieres por el encanto de sus historias? No creo, ha pasado su vida trabajando para pagar esa hipoteca que, en conjunto, y con un millar de sacrificios firmamos para la compra de nuestra casa.
¿Capaz es tu capricho? De todos modos gracias, porque me abrió los ojos, ahora veo claramente las intenciones del hombre que prometió amor eterno hace treinta años
En definitiva te escribo para agradecerte y concederte un acto de generosidad, ya que veo que tú sabes más que yo apreciar todas las características mencionadas anteriormente, y es por ello por lo que creo que es correcto que tú lo mantengas.
También te quiero aclarar que cada dos días que necesita pantalones lavados y camisas planchadas, también le tienes que recordar todos los días que se tome la pastilla para la tensión y la del estómago. Ah, hazle saber también que a final del mes tiene una cita con el dentista para arreglarse los dientes temporales que ahora luce en su boca experta.
Siento decirte que tengo que dejar esta carta ahora mismo ya que tengo que irme al gimnasio y luego de compras con mis amigas.
Saludos cordiales de una mujer agradecida.